Es lo mismo pero no es igual
Samantha Lagarda
@La_Sam
Es verdad, desde México hasta la última punta de Argentina, todos somos latinoamericanos. Pero definitivamente, somos muy distintos.
En Uruguay se respira el aire húmedo que presta el Río de la Plata y da como regalo los últimos días de verano en el mes de Marzo.
En Uruguay, las calles podrían ser cualquier calle de Madrid, París o Roma.
En Uruguay, se come carne y se toma mate al por mayor.
En Uruguay se vive de manera única y espectacular el futbol.
Afortunada me siento que como una admiradora y apasionada del futbol soccer, haber podido pisar el legendario Estadio Centenario, cuna del primer Mundial a nivel oficial y reconocido por la FIFA en Julio de 1930.
El Estadio Centenario que es la casa de el equipo más legendario y emblemático del Uruguay, Peñarol. Y lo digo con todo respeto para los hinchas del Nacional, pero saben que así es.
Martes 6 de Marzo, a pesar de la lluvia, la gente iba caminando hacia el estadio. Bien armados esos si, con la playera del Peñarol, mate y termo en mano. Llegamos a la puerta de la Tribuna Ámsterdam (El nombre de esta tribuna es en honor de los juegos olímpicos de 1928 en donde la Selección de Uruguay se coronó como campeón por segunda vez). Cabe destacar que la Tribuna Ámsterdam en prácticamente “propiedad” de la hinchada manya o carbonera, como se les hace llamar a los aficionados de Peñarol.
La entrada al estadio, de inicio difícil ya que la policía revisa uno a uno, sin excepción. Una vez cruzado el filtro de seguridad, a lo lejos escuchaba un estruendo que conforme caminaba hacia el, se convertía claramente en música. De repente ¡VOILÁ! ¡Ahí estaba! La famosa Barra, tocando sus tambores y cantando a todo pulmón para recibir y animar a los aficionados manyas, que iban al Estadio Centenario en busca de un necesario y urgente triunfo contra la U de Chile.
A pesar de que el estadio no se llenó (estuvo a un 70% aproximadamente) la tribuna Ámsterdam estaba a reventar, los cantos y los tambores quedaron en el túnel y una vez sentada en la tribuna me preguntaba “¿En dónde está todo ese humo de colores y banderas que siempre veo por ESPN o Fox Sports?”. Más tardé en hacer esa pregunta cuando unos minutos antes de empezar el partido ¡FUM! Todo comenzó a llenarse de un humo naranja y amarillo, de no se dónde, salió una bandera gigantesca de Peñarol que la gente agitaba eufórica para animar a su equipo que ya estaba en la cancha esperando el silbatazo inicial. Quisiera describirles lo que sentí y pensé en ese momento, pero no podría, me encontraba sorprendida y boquiabierta de lo que estaba viendo, escuchando y sintiendo. Lo único que recuerdo pensar es “Si yo, que no soy apasionada del Peñarol, me siento invadida de emoción ¿Cómo lo vivirá un manya de corazón?.
Del partido en si, tengo poco que contar, un aburrido empate a 1 gol. Resultado con el que los carboneros prácticamente se dan por despedidos de esta edición 2012 de la Copa Libertadores. Pero el verdadero partido, como siempre, se vivió en la tribuna y de qué manera. Aficionados fieles a su equipo, no importa cómo, dónde ni cuándo.
Aunque en teoría somos lo mismo, pero en la realidad no se vive igual el fútbol en un país que en otro.
En México se nos permite beber cerveza dentro del Estadio. En Uruguay no.
En México comemos pizza, papitas, helado y hasta esquites. En Uruguay con suerte pasa el de las papitas a medio tiempo.
He tenido la oportunidad de ver jugar al Madrid en el Santiago Bernabeu; al Inter di Milano en el Giuseppe Meazza, al América en el Azteca, a las Chivas en el Jalisco. Pero eso si, debo de reconocerles y envidiarles, queridos uruguayos, que como ustedes viven el futbol, no lo he visto en ningún lugar del mundo.